Nos enseñaron a buscar obediencia. A corregir lo que “está mal”, y en ese camino, dejamos de ver.
Pasamos por alto que cada gesto, cada pequeño movimiento, tiene algo que decirnos .
Cuando tu perro bosteza en una situación que le incomoda, no está cansado.
Cuando se lame el hocico sin comida delante, no tiene hambre.
Cuando se gira y evita tu mirada, no te está ignorando. Está pidiendo espacio.
Cuando se sacude después de un paseo o un encuentro tenso, está soltando tensión.
Y sin embargo, muchas veces le pedimos más. Que “se porte bien”. Que se adapte. Que no moleste.
Y él lo intenta... lo intenta mucho. A su manera, en su idioma. Un idioma que no aprendimos.
¿Qué pasaría si en lugar de exigirle que nos entienda, hiciéramos el esfuerzo de aprender a entenderle?
¿Qué cambiaría si en vez de buscar control, buscáramos conexión?
¿Qué tipo de relación construiríamos si miramos a nuestro perro como un ser que siente, comunica, necesita…?
El lenguaje canino no es una técnica. Es una mirada .
Una forma de estar.
Un modo de acompañar desde la escucha y el respeto.
En sus señales hay una historia.
En su silencio, un mensaje.
Y en su cuerpo, todas las respuestas que llevamos tiempo buscando.
Esto es solo el principio.
Una primera puerta abierta a un mundo silencioso y maravilloso que nos espera si sabemos observar.
Pronto, te invitaré a conocer más. A mirar más despacio. A descubrir lo que tu perro lleva tiempo intentando contarte.
Porque no es magia.
Es lenguaje.
Y está ahí, aunque tú no lo veas… aún.
¿Quieres aprender a comprender mejor a tu perro y mejorar vuestra comunicación?
En nuestro servicio de educación canina y socialización, descubrirás cómo interpretar sus señales, fortalecer el vínculo y ayudarle a desenvolverse mejor en su entorno.